Habitualmente oímos discursos de líderes políticos y medios de comunicación donde intentan convencer de un éxito de la economía a partir de determinados parámetros. La afirmación hace pensar que eso tiene una relación directa con el bienestar de los ciudadanos. Si la economía va bien, y a la gente le va bien.

Se trata de otro de los mantras neoliberales: hacernos ver que a las personas les va bien, porque unas determinadas cifras macroeconómicas son positivas para los patrones capitalistas. Creo que la actualidad de Argentina y su economía bajo el gobierno de Javier Milei puede servirnos de ejemplo de lo que digo.

En Argentina, ha descendido el riesgo país hasta casi un tercio, ha disminuido, también, el ritmo de la inflación. El país tiene previsto cerrar este año con superávit fiscal por primera vez en 16 años, ha recuperado la atención de los mercados financieros internacionales, el índice Merval de la Bolsa de Buenos Aires duplicó su valor en dólares en once meses y los bonos locales han subido un 16% de promedio este mes. Todo eso suena muy bien y se presenta como un logro del gobierno de Milei y como una buena noticia para la economía del país.

Ahora veamos cómo le va a los argentinos. Mientras se producen esas cifras, tras el drástico recorte del gasto público y los aumentos de tarifas, las cifras oficiales señalaron que en el primer semestre del año la tasa de pobreza escaló 11 puntos y alcanzó al 52,9% de la población, mientras la indigencia aumentó al 18%. Se trata del peor registro en 20 años para un país donde viven 47 millones de personas.

Pese a la disminución de la inflación, los ingresos de los trabajadores y jubilados no lograron recuperar lo perdido cuando se produjo el mayor impacto de la inflación y la devaluación, en diciembre y enero pasados.

Entre noviembre de 2023 y octubre de 2024 cayó un 28% el salario mínimo real. Ese ingreso es, en términos reales, inferior al registrado en 2001, el año de la peor crisis de la historia reciente de Argentina.

Como consecuencia, el consumo se derrumbó alrededor del 17% interanual, en especial en alimentos y bebidas.

Analistas y medios insistirán en proclamar la primera parte de estos datos, para contar que la economía va bien gracias a las políticas neoliberales de Milei. Los datos son verdaderos, como se ha logrado inculcar en los ciudadanos que esas cifras son sinónimo de bienestar, basta con omitir las segundas para convencer al mundo del éxito de Milei y su políticas ultraliberales.

Hemos visto que no existe ninguna relación entre cifras neoliberales positivas y mejora de la vida de la gente. Y quizás podemos concluir algo más contundente: La posibilidad de que sus consecuencias son precisamente opuestas. Es decir, que cuando los datos del capitalismo son buenos y positivos, las condiciones de vida de los ciudadanos son peores y negativas. En conclusión, si al capitalismo la economía le va bien, tened por seguro que a los humanos sencillos les está yendo mal.