Ucrania sufre desde hace una década una sangría demográfica profunda. En 2014 contaba con 45 millones de personas y se calcula que en la actualidad no hay más de 30 millones. La mayoría de la población que ha emigrado son mujeres, porque desde 2022 los varones entre 17 y 60 años tienen prohibido salir del país. Sin embargo, la población masculina más acomodada logra evitar el servicio militar pagando sumas que van desde los 5000 a los 20.000 euros. Los responsables de los reclutamientos regionales han sido destituidos por haberse revelado repetidas maniobras de corrupción destinadas tanto a eludir la incorporación a las fuerzas armadas como a obtener salvoconductos para abandonar el país.
La población ucraniana sabe a ciencia cierta que no es posible ganar una guerra contra la primera potencia nuclear del mundo. En la plataforma Telegram existen grupos de información del que participan familias ucranianas –algunos con más de 100.000 integrantes– donde se advierte en tiempo real el trayecto de las patrullas de reclutamiento. El nivel de desmoralización y de aceptación de la derrota es inversamente proporcional al silencio decidido por las propaladoras mediáticas del mainstream otantista. En la última semana Kiev anunció que el ejército solicitó la movilización de 500.000 reclutas adicionales y que para cumplir dicho cometido se va a solicitar a los ciudadanos que se presenten en los consulados ucranianos diseminados en todo el mundo. El ministro de Defensa Rustem Umerov ha informado que enviarán la citación: "Queremos justicia para todos porque concierne a nuestro propio país".
Al inicio de la confrontación bélica, los integrantes del G7 y la OTAN suponían que las sanciones comerciales y financieras contra Moscú debilitarían su economía y resquebrajarían la legitimidad política del Kremlin. Los comandantes ucranianos han advertido que el invierno que se avecina será mucho más complicado que el anterior y advierten que no podrán garantizar la energía eléctrica y la calefacción para gran parte de los habitantes. La compleja situación militar de Kiev se ahonda con la reducción de los aportes financieros de sus socios.
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha advertido que no acompañará la ayuda propuesta por La Comisión Europea, presidida por Úrsula von der Leyen, de 50 mil millones de euros, y los republicanos estadounidenses de ambas Cámaras han obturado nuevos aportes. Por su parte, el representante europeo para la Política Exterior, Josep Borrell, ha advertido el último miércoles sobre la posibilidad cierta de que Moscú concluya la campaña militar con un triunfo militar incontrastable: “si el presidente ruso, Vladimir Putin, gana la guerra en Ucrania representará un gran daño al proyecto europeo”.
La guerra de desgaste de Moscú puede no tener fecha de vencimiento. Pero su resultado está adherido a la configuración de un nuevo Orden Global Multilateral que tendrá a los BRICS y al Sur global como protagonistas centrales. Hay muy pocos actores políticos que permanecen ajenos a esta realidad. Javier Milei es uno de ellos.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/698141-ucrania-derrota-disimulada