Fue cuando el Ross County recibió por la Liga Escocesa, al histórico Celtic de Glasgow. Los hinchas visitantes gritaron por Argentina en la victoria de su equipo debido al gol de Alexandro Bernabéi, un joven defensor que no sólo hizo historia al ser el primer argentino que marcó un tanto con la casaca del Celtic sino también por ser el artífice de conseguir que en Reino Unido se cante por Argentina en una fecha simbólica para la soberanía de su país.
¡Lástima que esa casaca nacional del fútbol argentino, que ahora luce tres estrellas (por las copas mundiales ganadas), no luzca también el logotipo de las Islas Malvinas!
Este año se cumplen 41 años de la resolución 37/9 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptada el 4 de noviembre de 1982 meses después de finalizado el conflicto del Atlántico Sur, el cual no modificó la naturaleza de la disputa de soberanía, como queda demostrado con esa resolución.
En ella, la ONU pide, nuevamente, a los gobiernos de la Argentina y del Reino Unido que reanuden las negociaciones a fin de encontrar a la mayor brevedad una solución pacífica a la disputa de soberanía referida a la cuestión de las Islas Malvinas y solicitan al Secretario General que emprenda una misión renovada de buenos oficios a fin de asistir a las partes.
Las Islas Malvinas formaron parte del área bajo jurisdicción de España desde la entrada en vigor de los primeros instrumentos internacionales que delimitaron el «Nuevo Mundo» poco después del descubrimiento de 1492. El descubrimiento de las Islas Malvinas se produjo por integrantes de la expedición de Magallanes en el año 1520.
La Cuestión de las Islas Malvinas, entendida como la disputa de soberanía por las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, tiene su origen el 3 de enero de 1833 cuando el Reino Unido, quebrando la integridad territorial argentina, ocupó ilegalmente las islas y expulsó a las autoridades argentinas, impidiendo su regreso así como la radicación de argentinos provenientes del territorio continental, además de llevar súbditos británicos para poblar las Islas.
Desde 1982 el Reino Unido negó el traslado de armas al Atlántico Sur durante el conflicto bélico. Recién en 2003, 21 años después del conflicto bélico, el Ministerio de Defensa británico publicó un informe en el que se mencionaba que la fuerza de tarea que se constituyó para ir al Atlántico Sur durante el conflicto de 1982 incluyó navíos equipados con armamento nuclear. En ese momento, el Reino Unido negó que hubiera violado el Tratado de Tlatelolco y afirmó que todas las armas regresaron al Reino Unido en buen estado. La Argentina protestó enérgicamente.
Es más, Declassified UK, portal británico especializado en asuntos de defensa, informó el año pasado sobreel envío de buques británicos con 31 armas nucleares al conflicto del Atlántico Sur de 1982, al final de la sangrienta dictadura cívico-militar que dejó al país en ruinas, 30 mil desaparecidos y el sueño de la recuperación de las Malvinas convertido en pesadilla.
El reclamo argentino por la soberanía sobre las Islas Malvinas no es el único pedido de descolonización pendiente en el mundo: 17 territorios son hoy monitoreados para terminar con el colonialismo a nivel global.
La Cuestión Malvinas ha sido calificada por las Naciones Unidas como un caso de descolonización colonial especial y particular, donde subyace una disputa de soberanía y por ende, a diferencia de los casos coloniales tradicionales, no resulta aplicable el principio de libre determinación de los pueblos.
La negativa británica a cumplir con la obligación de reanudar las negociaciones por la soberanía se encuentra agravada por la continua introducción de actos unilaterales por parte del Reino Unido. Estas acciones incluyen la exploración y explotación de recursos naturales renovables y no renovables -que Argentina rechaza ininterrumpidamente-, así como una injustificada y desproporcionada presencia militar en las Islas.
A las 9 de la mañana del viernes 11 de junio de 1982, un Papa pisó suelo argentino por primera vez. Juan Pablo II arribó a Buenos Aires para una visita de algo menos de 48 horas en condiciones dramáticas para la sociedad argentina: la guerra de las Malvinas estaba en su etapa final. Muchos no lo sabían y el triunfalismo de la dictadura se encargaba de ocultar a través de la propaganda pero la rendición era cuestión de días.
De hecho, la rendición de Puerto Argentino se produjo dos días después de la despedida de Leopoldo Galtieri a Karol Wojtyla en el aeropuerto internacional de Ezeiza.
En 2015 lasfotografías del papa Francisco sujetando un cartel en el que se pide diálogo entre Argentina y Reino Unido por las islas generaron controversia a ambos lados del Atlántico. Años antes, el entonces cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, celebró muchas misas en cada aniversario ante veteranos de la la guerra. En el oficio de 2008 señaló que “ El conflicto es una parte oscura de la historia argentina que solo adquiere luz desde el coraje y la valentía de los que lucharon allí”.
Subrayó que “el drama de los que lucharon y volvieron de Malvinas es nuestro drama porque nos pone delante de nuestra indiferencia y desamor. Nuestro estilo de vida elitista rechaza el fracaso, lo desvaloriza o lo esconde; no se deja enseñar de él. (…) Existe una ´deuda histórica’ que sólo será saldada cuando cada 2 de abril (…) sea motivo de reflexión, de afirmación de la identidad nacional y el trabajo por la paz; sólo así la sangre de los 649 caídos no habrá sido derramada en vano”.
En Memoria del Fuego, el escritor uruguayo Eduardo Galeano señalaba que “La Guerra de las Malvinas, guerra patria que por un rato unió a los argentinos pisadores y a los argentinos pisados, culmina con la victoria del ejército colonialista de Gran Bretaña”.
“No se han hecho ni un tajito los generales y coroneles argentinos que habían prometido derramar hasta la última gota de sangre. Quienes declararon la guerra no estuvieron en ella ni de visita. Para que la bandera argentina flameara en estos hielos, causa justa en manos injustas, los altos mandos enviaron al matadero a los muchachitos enganchados por el servicio militar obligatorio, que más murieron de frío que de bala”, añadía.
Y remataba: No les tiembla el pulso: con mano segura firman la rendición los violadores de mujeres atadas, los verdugos de obreros desarmados.
Como decía al inicio: Las Malvinas son argentinas. Las Malvinas son latinoamericanas. Y no del usurpador imperio británico.
Aram Aharonian. Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)