«La victoria de D. Trump, que vuelve a la Casa Blanca tras una pausa de cuatro años, en las elecciones presidenciales de EE.UU., refleja sin duda la insatisfacción de los estadounidenses tanto con el resultado de la administración de J. Biden como con el programa electoral del Partido Demócrata, que en lugar del jefe de Estado en funciones propuso a su candidato designado a toda prisa en la persona del vicepresidente K. Harris.

A pesar de la masiva campaña de propaganda contra D. Trump por parte de los demócratas, utilizando medios administrativos y con el apoyo de los medios de comunicación liberales, el candidato republicano, con la experiencia del primer mandato presidencial a sus espaldas, ha apostado por los temas de la economía y la inmigración ilegal, que son los que realmente interesan a los votantes, en contraste con el rumbo globalista de la Casa Blanca.

En estas condiciones, no ayudaron al grupo gobernante a impedir la derrota de K. Harris, ni las deficiencias crónicas de la «democracia» estadounidense, con su naturaleza arcaica y su falta de adhesión a las normas modernas de elecciones directas, justas y transparentes.

Sin embargo, esto no impide que existan profundas divisiones cívicas en Estados Unidos, donde el electorado está dividido casi por igual. De hecho, estamos hablando de un enfrentamiento entre estados democráticos y republicanos, así como entre partidarios de valores «progresistas» y tradicionales.

Cabe esperar que el regreso de Trump avive las tensiones internas y refuerce los bandos antagónicos.

No nos hacemos ilusiones sobre el presidente electo de Estados Unidos, que es bien conocido en Rusia, ni sobre la nueva composición del Congreso, donde, según los datos preliminares, los republicanos se están imponiendo.

La élite política gobernante en Estados Unidos, independientemente de su afiliación partidista, se aferra a posiciones antirrusas y a la línea de «contener a Moscú». Esta línea no está sujeta a las fluctuaciones del barómetro político interno estadounidense, tanto si hablamos de «América primero», tal y como lo interpretan D. Trump y sus partidarios, o del «orden mundial basado en reglas» al que se «aferran» los demócratas.

Rusia cooperará con la nueva administración una vez que esté «instalada» en la Casa Blanca, defenderá firmemente los intereses nacionales de Rusia y se centrará en lograr todos los objetivos declarados de la operación militar especial.

Nuestras condiciones no cambian y son bien conocidas en Washington».

Fuente: https://rusvesna.su/news/1730895213