Las plantas toman del suelo nutrientes para incorporarlos a si, por ello una planta que crece en un suelo con más nutrientes, absorberá más nutrientes (si está en su naturaleza). Si un suelo es explotado intensivamente el mismo comenzará A PERDER NUTRIENTES y VIDA DE LOS MICROORGANISMOS QUE LO HABITAN y el PROCESO DE DEGRADACIÓN (posible futura DESERTIFICACIÓN) HABRA ASI COMENZADO, sumándose la utilización de agrotóxicos y amenazando la nutrición, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad.

El suelo, además opera como filtro y absorve/retiene de agua (en las tierras desiertas el agua corre, en los suelos fértiles el agua es absorbida y utilizada por plantas y árboles), cumpliendo una FUNDAMENTAL FUNCIÓN HÍDRICA.

La pérdida de nutrientes del suelo es uno de los principales procesos de degradación que la agricultura intensiva propicia. Numerosos y diversos enfoques agrícolas promueven el manejo sostenible de los suelos con el objetivo de mejorar la productividad, como la  agricultura de conservación, agrosilvicultura, agricultura orgánica, agroecología, agricultura de labranza cero, entre otras.

Si bien breve, no quiero dejar de introducir el planteo del libro “El vaciamiento de las Pampas”, en el cual el Ing. Pengue explica que la riqueza de los suelos (y con ello el equilibrio del ambiente), se exporta a través de lo producido en el suelo que transfiere los  nutrientes a su producto, ya sea alimentos (plantas y animales terrestres), madera y todo lo que se produzca y se sirva del suelo para su desarrollo (actividad primaria agro-ganadero-forestal).

Asi, cuando se realizan exportaciones de materias primas, no solo se esta exportando aquel producto, sino que los suelos quedan diezmados por la perdida de sus nutrientes, sumado al pasivo ambiental producto de los toxicos, el desmonte, etc.