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Mundo24

Sobre el fracaso de la solución de los dos estados.

Durante más de siete décadas, se ha impulsado (o tratado de impulsar) lo imposible.

Definitvamente, luego de la última escalada en el prolongado conflicto que va desde hace varias decadas, puede concluirse que la llamada solución de dos estados está muerta y al final de cuentas, lo que tendremos, aunque la gente lo quiera o no, será un solo Estado, incluso aunque esto implique la eliminación o expulsión de la población árabe en Gaza en el marco de una guerra total donde la linea entre civil y combatiente ha desaparecido totalmente y ambos bandos se encuentran enfrascados en una lucha existencial donde el que pierda esta guerra desaparecerá por completo como Estado nación.

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Todo este fiasco tiene su raíz en el hecho de que la así llamada Ley internacional, y los organismos internacionales que supuestamente la respaldan, jamás podrán llevar a cabo planes efectivos sin tomar en cuenta el factor geostratégico, lo cúal incluye no solo los factores económicos y materiales, pero también la ideosincracia particular de los pueblos con los que se intenta lidiar para establecer una conclusión pacífica. Con tanta sangre derramada sobre estas tierras, la reconciliación entre judiós israelitas y arabes palestinos es, por desgracia, ya una utopia imposible de realizar.

Los necios expertos tratarán de seguir con su trabajo de Sísifo para encontrar una excusa o un mal enfoque para querer lograr lo imposible, pero la situación en Medio Oriente ha evolucionado de tal manera que de forma realista, todo aquél que busca una solución auténtica, deberá pensar en como hacer que una solución de un soio estado sea puesta en práctica.

Para el mundo musulmán, la desaparición final de Palestina supondrá una gran oportunidad para presentar este hecho histórico como una carta importante al declarar a Palestina como la nación mártir que pudo haber sido el enclave musulmán en la histórica Tierra Santa pero fue gradualmente aniquilada por un poder militar y económico superior, incluso a costa de una costosa guerra de desgaste para Israel. Para Israel, en caso de triunfar, la guerra supondrá finalmente la desaparición total de Palestina y la reincorporación de sus territorios dentro de Israel, pero a costa de devastadoras consecuencias económicas y psicológicas, junto con la eternización de la desconfianza y enemistad de poderosos actores geopolíticos en la regíon tales como Irán y Turquía.

La cuestión con respecto al Líbano es igualmente compleja. El atáque sorpresivo de Israel que comenzó este pasado Septiembre logró destruir y paralizar una gran seccción del liderazgo de Hezbolá y degradar su capacidad ofensiva, a tal punto que un 90% de la capacidad ofensiva de Hezbolá fue neutralizada, y lo que pudieron haber sido 2000 misiles al día cayendo en Israel, se transformaron en 200. Sin embargo, en cuanto a la capacidad defensiva de Hezbolla, la cuestión es enteramente diferente, con ambos bandos siendo aún incapaces de lanzar una ofensiva terrestre exitosa, ya que en esta clase de conflictos modernos, todo el que pasa a la ofensiva es masacrado.

Si las tropas israelies se adentran en el Libano, serán blanco fácil de emboscadas por parte de combatientes fuertemente armados y preparados con su propia red de túneles. Si Hezbolá tratáse de invadir el norte de Israel, sus combatientes serían masacrados por la avasalladora potencia aérea israeli y el uso masivo de toda clase de armamentos convencionales.

Con respecto a los 70 mil israelies que han abandonado sus casas en el norte, su destino es incierto, pero también es incierto el destino de un millón de Libaneses que han dejado el sur tras el súbito recrudecimiento de las hostilidades. Todo esto se reduce al final a una lenta guerra de desgaste que no tiene un final rápido a la vista. Las Naciones Unidas se han mostrado como un organismo incompetente e ineficaz incapáz de ser un mediador elocuente para poner frento a la matanza. Mientras tanto, en Yemén, las limitaciones del poder convencional occidental quedaron evidentemente de manifiesto y esto hace muy poco atrativa para Occidente la opción de una guerra total con Irán que destruiría además la economía global y pondría al mundo en la antesalada directa de la Tercera Guerra Mundial o lisa y llanamente directo en ella.

Con respecto a los estados árabes del Golfo y la Peninsula Arábica, así como Turquía y otros actores, estos hasta ahora han intentando mantenerse al margen de la situación evitando involucramiento militar directo o mayores sanciones económicas contra Israel. Los gobiernos de Jordania y Egipto intentan a como de lugar mantener calmadas a sus poblaciones y evitar la implosión de sus gobiernos, lo cúal hundiría a la región en una escalada de violencia incluso más apocalíptica de lo que hemos visto. Rusia si bien ha apoyado al gobierno iraní de diversas formas, se ha negado por el momento a firmar un pacto de defensa mutua con irán por temor a solamente envalentonar al gobierno Iraní a tomar represalias más severas contra Israel que harían a toda la región descender en una escalada mortal con consecuencias impredecibles pero sin dudas nefastas. China se mantiente como un importante aliado de Irán y es claro, desde mi perspectiva, que la situación en la región es un asunto de suma importancia para el liderazgo chino que mantiene sólidas relaciones con Irán en términos sobre todo económicos.

En cuanto a Siria, el gobierno de Bashar al Assad, bajo el paraguas de Rusia, se ha mantenido cauteloso pero a la vez impotente tras una devastadora guerra civial que ha aniquilado al gobierno sirio como un factor de peso y mediación en la región. En Iraq, diversas miliicias apoyadas por Irán siguien conduciendo toda clase de atáques y esto es respondido por Israel y Occidente con diversas acciones militares en una regíon del mundo que se ha transformado en tierra de nadie. La situación interna en Israel claramente indica que a pesar de las adversidades, el apoyo hacia el primer ministro Benjamín Netanyahu sigue siendo extremadamente alto, y las motivaciones detrás de esto son que muchos en Israel perciben este conflicto como una situación de amenaza existencial, y lo mismo ocurre con las poblaciones árabes en Gaza, Cisjordania e incluso dentro de las fronteras de Israel (si uno las define en el marco de lo establecido en 1967) con respecto a la población Judía de Israel. El conflicto de Medio Oriente ha adquirido una complejidad en la cúal toda solución que aparente ser la más fácil y obvia se chocará con el muro de la realidad, y o bien fracasará de inmediato, o incluso pero, solo sentará las bases para un nuevo conflicto en los siguientes cinco o diez años con consecuencias que son potencialmente mucho más devastadoras que incluso lo que hemos visto hasta ahora. La leccion es que no hay vías fáciles para la Paz, y la Paz no siempre es el único camino a seguir, pero tampoco lo es la guerra. Tal vez la verdad se encuentre más o menos en el medio.

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Diego Daniel García es graduado en antropología por la universidad estatal de Uruguay y ha publicado artículos en idioma ingles y serbio para el famoso portal ruso geopolitica.ru.

Durante toda una década, trabajó como escritor, publicando títulos en ingles (bajo el pseudonimo Pyotr Volkov). El largo recorrido expresado a través de sus dos obras: “Horizontes de la cuarta Teoría Política” (2019) y “Geopolitica del Apocalipsis” (2020)· abarca desde las religiones antiguas, el desarrollo de la ortodoxia cristiana y filósofos contemporáneos como el polémico pensador ruso Aleksandr Dugin.

 

 

 

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