La guerra económica contra Venezuela, a través de continuar implementando medidas coercitivas unilaterales y el criminal bloqueo contra Cuba, pueden verse recrudecidos casi con total seguridad.
No olvidemos que en 2019, Trump, apoyó, sin reservas, la autoproclamación de Guaidó y redobló las sanciones económicas contra la República Bolivariana.
En Colombia, la senadora de extrema derecha, María Fernanda Cabal, festejaba en sus redes la victoria de Trump resaltando, según ella, que “Ganó la libertad”. De hecho, en 2020, el actual reelegido presidente estadounidense decía del presidente colombiano, Gustavo Petro, (faltarían dos años para la elección de Petro como presidente de Colombia) que era “el mayor perdedor y antiguo líder de la guerrilla del M-19”. Los calificativos de Trump hacia Petro en aquel entonces, no presagian los mejores vínculos entre ambos países.
La otra cara de la moneda son El Salvador de Bukele y la Argentina de Milei. El primero felicitó a Trump y aseguró que “el cambio en EE.UU. es motivo de celebración”.
Por lo que respecta a Milei, el mandatario argentino no solo felicitó a Trump, sino que además llegó a lanzar una serie de fuegos artificiales desde la casa presidencial. Milei quiere ser el hombre del magnate estadounidense en América Latina. Habrá que ver la dirección que toma está relación ya que Milei se ha presentado al mundo como el defensor más radical del libre mercado y la apertura, mientras que Trump va en la dirección contraria puesto que es antiglobalista y ha advertido que comenzará una nueva era proteccionista. Lo que sí parece claro es que su triunfo dará rienda suelta a los sectores más duros del Gobierno argentino.
Que lamentemos el triunfo de Trump no significa que una victoria de Harris hubiera sido mejor ya que atacar a los gobiernos, actores sociales y políticos que promuevan una integración latinoamericana autónoma es un objetivo compartido por todo el establishment estadounidense desde el establecimiento de la doctrina Monroe en 1823. Y aunque América Latina no es una prioridad en la política exterior de la nueva era Trump, no podemos obviar el hecho de que EE.UU. sigua creyendo que América Latina es su patio trasero.
Queda claro que EE.UU. es el sheriff de las Américas al servicio del capitalismo. Pero a pesar de esto, EE.UU. y Trump tiene que tener claro que en América Latina y el Caribe las conciencias ya están agitadas y como señala Adolfo Pérez Esquivel: “Hay que movilizar los corazones para lograr la libertad de la Patria Grande, hacer realidad el sueño, las esperanza de los libertadores de nuestro continente, de pensadores y los pueblos que luchan para cerrar las heridas de las venas abiertas de América Latina que continúan latiendo y resistiendo a las dictaduras al servicio del imperio. Es una lucha desigual pero sin perder la esperanza de la rebeldía donde miles de hombres y mujeres luchan y resisten a todas las dominaciones desde hace más de 500 años y mantienen la memoria de aquellos que marcaron caminos y dieron sus vidas para dar vida”.